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AMNISTÍA INTERNACIONAL PIDE:

– Que los presos y presas de conciencia de todo el mundo sean puestos en libertad de manera inmediata e incondicional.
– Que todas las leyes que criminalizan a las personas que se expresan o protestan pacíficamente desaparezcan de los libros jurídicos.
– Que las leyes contra la incitación al odio u otras formas de violencia no se utilicen para reprimir la disidencia legítima.
– Que las personas tengan acceso a la información.

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/temas/libertad-de-expresion/

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La libertad de expresión implica poder comunicarnos y expresarnos libremente.

Los gobiernos afirman defender la “libertad de expresión” en casi todas las constituciones del mundo, pero en realidad no es así. Por todo el planeta hay gente que va a la cárcel –o sufre algo peor– simplemente por hablar. El derecho a buscar, recibir y compartir información e ideas sin miedo ni injerencias ilegítimas es esencial para nuestra educación, para desarrollarnos como personas, ayudar a muestras comunidades, acceder a la justicia y disfrutar de todos nuestros demás derechos. Internet se usa cada día más para alzar la voz contra el poder y para ejercer presión por un mayor respeto a los derechos humanos. Las redes sociales alimentan un nuevo activismo que los gobiernos luchan por controlar. Sin embargo, sus intentos por bloquear el acceso a Internet o cortar las redes de telefonía móvil no están consiguiendo acabar con las voces de protesta de quienes están peleando por que se respeten sus derechos humanos. Irán, China y Vietnam han intentado desarrollar sistemas que les

Ejemplos de que la censura a la libertad de expresión consigue justo lo contrario

En noviembre de 2007, el presidente de Túnez, Zine el-Abidine Ben Ali, bloqueó el acceso a Youtube y a DailyMotion, por contener material sobre presos políticos del país. Los activistas tunecinos organizaron una “sentada digital”, enlazando docenas de vídeos sobre derechos y libertades en la imagen del palacio presidencial en Google Earth.                                                    Quema de libros en la plaza de la Ópera de Berlín. Das Bundesarchiv La quema de libros en Alemania que tuvo lugar en Berlín el 10 de mayo de 1933 fue una acción del partido nazi que tenía como objetivo condenar esos títulos y a sus autores al ostracismo por antialemanes. Ardieron unos 25.000 libros de 94 escritores, entre ellos Walter Benjamin, Bertolt Brecht, Alfred Döblin, Albert Einstein, Sigmund Freud, Heinrich Heine, Franz Kafka, Erich Maria Remarque y Stefan Zweig, además de Ernest Hemingway, Jack London y Máximo Gorki. Como se puede ver, los nazis no tuvieron mucho éxito